domingo, 9 de diciembre de 2012

Los Beneficios empresariales y el Saqueo de lo Público


Beneficios empresariales y élites extractivas
Para poder entender el porqué de tanta desfachatez hay que analizar la dinámica actual de los beneficios empresariales. Para ello acudimos a un estudio reciente, nada sospechoso, de Morgan Stanley, concretamente de su analista Adam Parker. Sólo diez empresas son responsables del 88% del crecimiento interanual de los beneficios empresariales del S&P 500.
Vivimos cada vez más en una economía altamente estratificada donde un pequeño número de corporaciones poderosas, especialmente del sector bancario y del sector de seguros, están cosechando las pocas ganancias que aún quedan por extraer. A lo largo de la era neoliberal, y a un ritmo acelerado recientemente, las ganancias de productividad se canalizan a los miembros más ricos de nuestra sociedad.
El sector financiero y los más ricos están prosperando debido a su gran ingenio para idear nuevas formas de crear demandas de propiedad, y cobrar las rentas de las personas que realmente hacen el trabajo productivo. Para ello no paran de ingeniar nuevos esquemas Ponzi de inversión.
Los plutócratas quieren apropiarse de la sanidad y de las pensiones
En su afán incesante de acumular ganancias y encontrar nuevas fuentes de ingresos, en un mundo en el que los flujos de caja son cada vez menos abundante, los plutócratas ansían los pocos activos restantes que aún no les pertenecen. Las grandes finanzas hace mucho tiempo que están detrás de la Seguridad Social y de los sistemas de pensiones públicos.
Estos sistemas están organizados en torno a los principios anti-plutocráticos basados en la solidaridad social y la obligación intergeneracional, sin pasar por las empresas privadas financieras.
La estrategia consiste en socavar poco a poco a estos programas sociales, disminuyendo los beneficios y el número de beneficiarios, y por extensión, el poder político de la clase beneficiaria. Una vez que se han reducido los programas a los más pobres entre los pobres, serán capaces de dar el golpe final en nombre de la reforma. Los plutócratas no descansarán hasta que hayan sido trasladados los programas de jubilación y de salud a manos completamente privadas.
Las élites extractivas no quieren que entendamos que nosotros, a través de la democracia, podemos en realidad controlar nuestro propio sistema monetario, nuestro destino, y para ello recurren a toda una serie de leyendas urbanas, mitos neoliberales sobre la toma de decisiones. Según estos plutócratas hay que aplacar a las democracias irresponsables sumidas en deuda pública y sacrificar nuestros derechos para que no nos devoren. Se olvidan que la deuda privada multiplica por cuatro la deuda privada, que es impagable, y, que ellos, de facto, serían insolventes si se saneara correctamente el sistema bancario global.
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