Esquilo, al comienzo de su tragedia “Los siete contra Tebas”, nos presenta al rey Eteocles, hijo de Edipo, contemplando desde la muralla al ejército enemigo y quejándose amargamente de la asimetría con que se juzgan los resultados bélicos. Si la suerte es favorable, la victoria se atribuye a la protección de algún dios; pero, por el contrario, si el desenlace es adverso, la derrota se achaca a la inexperiencia e ineptitud del rey.
En materia de política económica, el juego se desarrolla al revés. La bonanza se la apunta en su haber el gobierno; sin embargo, las crisis económicas siempre son huérfanas o atribuibles a factores externos. Zapatero en esto, ciertamente, no es una excepción y, al igual que Aznar, sacó pecho cuando la economía iba bien, vanagloriándose de ser un mago económico. Pero, tan pronto como han comenzado las dificultades, mira hacia el exterior.
La semana pasada, el Gobierno organizó toda una farsa orientada a hacernos creer que no permanece pasivo ante la crisis. Zapatero debió de contar con la ayuda inestimable de su colega Almunia, filtrándole los datos económicos europeos, así como el día en que iban a hacerse públicos, de manera que pudiera hacer coincidir con esta fecha su comparecencia, y recurrir una vez más a su cantinela favorita, la de que la crisis tiene su origen en el exterior y que España está encajando las dificultades económicas mucho mejor que sus vecinos. Leer más