Alejandro Inurrieta . Economista
La presentación de las líneas generales de la Ley de Presupuestos
2013, sin el volumen de información y explicación que solía ser
habitual, permite aseverar que serán imposibles de cumplir, dado que
parten de un cuadro macroeconómico inverosímil.
Las grandes cifras presentadas responden a una metodología normativa,
tan querida en el Ministerio de Economía y Hacienda, que consiste en
dibujar previamente los grandes objetivos de crecimiento, gasto público y
déficit, y luego se ajustan los ingresos de forma artesanal, y a partir
de ahí se arma todo el presupuesto global. Esta práctica, que se ha
venido haciendo tanto por parte del PP, como del PSOE, aleja las cuentas
públicas de cualquier análisis riguroso, a pesar del ingente capital
humano que trabaja para dichos departamentos ministeriales y que se
supone que es la elite administrativa en el ámbito económico y
financiero.
En esencia, los grandes problemas de este presupuesto son las
previsiones macroeconómicas, la ausencia de políticas de incentivo
económico y, por último, la peligrosa explosividad de la carga de la
deuda pública.
Comenzando por el cuadro macroeconómico,
el ejercicio 2012 se salda con una supuesta caída del 1,5%, cuando hay
demasiados indicios de que el retroceso del PIB podría ser muy superior,
alcanzando una tasa no inferior al 2,0%. Todos los indicadores de
actividad, consumo o inversión están cayendo a un ritmo acelerado, fruto
de la brusca caída de salarios, gasto público, rentas y riqueza
privada. Este conjunto de factores, en un entorno de parálisis del
sistema financiero, inflación creciente y pérdida notable de la
confianza en la economía española explicarían la desviación
presupuestaria en materia de ingresos públicos, un 4,6% inferior hasta
agosto, que propiciará que el déficit a final de año alcance cifras no
inferiores al 7,5%. Si el punto de partida está tan desviado del
objetivo, todas las cifras previstas para 2013 dejan de tener
relevancia y credibilidad. En este punto contrasta cómo el
ejecutivo utilizó para la realización de este presupuesto las
previsiones de los principales organismos internacionales, que en la
actualidad muchos han modificado a la baja, y que para 2013 la mayoría
tiene caídas del PIB muy superiores a las estimadas sobre una servilleta
por parte del Gobierno español.
En estas cifras para el próximo año sorprenden algunas partidas. Por
ejemplo, el consumo privado, con una tasa de paro similar y con una
caída de la riqueza financiera e inmobiliaria cercana al 30%, se
mantiene en los mismos registros que en 2012, lo que corrobora la sospecha de que el presupuesto se ha forzado para cumplir las premisas que exige la troika.
A esto hay que añadir el fuerte descenso del gasto público, un 8%, lo
que ampliaría la pérdida de capacidad de gasto e inversión del sector
privado en este contexto. Junto a la pérdida de poder adquisitivo de
pensionistas y funcionarios, colectivos con mayor propensión al consumo,
se puede concluir que será el consumo privado, una vez más, la rúbrica
que presente la mayor desviación. Curioso que, con un descenso del 1,5%,
a pesar de la subida, la recaudación por IVA se prevea que crezca más
de un 14%, cifra tan voluntarista, como increíble, que aleja cada vez
más al Ministro de Hacienda del perfil de una persona capaz de diseñar
una política fiscal coherente y creíble.
Si la demanda interna decrece algo menos que en 2012 (-2,9%) por una
recuperación de la inversión, cuya base empírica y científica es aún más
débil que la de la evolución del consumo privado, se apuesta por un
incremento del PIB nominal, de nuevo gracias a la evolución del sector
exterior. Este comodín ahora se apoya en una expansión de las
exportaciones, un 6%, en un ejercicio en el que la UE podría entrar en
una recesión notable, acompañada por un cierto desplome de la actividad
en EEUU y fundamentalmente en América Latina. Con la media de
previsiones de los principales organismos internacionales y casas de
análisis, estaríamos ante un escenario de retroceso de más del 1,2% del
PIB, lo que invalidaría la cuenta de ingresos y gastos y elevaría el
déficit en 2013 por encima del 5,5%, lejos de los objetivos
inalcanzables de la Troika.
Una vez invalidado el cuadro macroeconómico, y sin conocer los
detalles de gasto por departamentos y programas, solo sabemos que lo
único que crecerá será la carga de intereses, las pensiones, y las
becas, después del retroceso de 2012. De estas partidas, lo más
grave se encuentra en el déficit de la Seguridad Social, que rondará el
1% y que obligará a utilizar parte del Fondo de Reserva y del excedente de las mutuas para incrementar el 1%, que no compensará la pérdida de poder adquisitivo del 1,4% de este año.
Pero el riesgo latente más peligroso a medio plazo es lo que supone
el fuerte incremento de la carga de intereses. La ecuación de
sostenibilidad de la deuda nos dice que cuando el aumento de intereses
por encima del crecimiento del PIB nominal, ajustando por el superávit
primario, es suficientemente elevado, el stock de la deuda se hace explosivo y puede desencadenar en una suspensión de pagos.
En el caso español, el incremento de intereses este año será de un 33%,
que restando el PIB nominal previsto, un 1,2%, y ajustando por el
superávit primario, 5%, nos da una cifra del 27% de incremento anual que
ponderado por la ratio de deuda sobre PIB (80%), nos da un aumento
anual del 21% de la deuda, lo que da idea del riesgo que tiene la
economía española.
En resumen, este presupuesto nace caducado, por la desviación notable
de las cifras de crecimiento, ingresos y gastos de 2012, por un cuadro
macroeconómico futuro inviable y por una carga de la deuda explosiva,
dada la relación entre flujo de intereses de la deuda y PIB nominal.
Este presupuesto, además, marca el inicio del deterioro financiero de la
Seguridad Social ante una actualización de pensiones que solo se explica por los múltiples procesos electorales que cerrarán el año.
Solo así se puede justificar una actualización en un contexto en el que
Bruselas exige un fuerte ajuste en desempleo y pensiones, las dos
partidas que explican parte de la desviación de los objetivos de gasto e
ingresos en 2012. Globalmente, estos presupuestos ahondarán el proceso
recesivo en el que ha entrado España y la UE, y no servirán para apaliar
el riesgo de suspensión de pagos, que tiene su origen en una
acumulación de deuda privada impagable.
PROYECTO DE LEY DE PRESUPUESTOS GENERALES 2013
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